«Nasrudín conversaba con un amigo.
– Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte?
– Sí pensé -respondió Nasrudin.-En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco, y conocí una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo.
Continué viajando, y fui a Isfahan; allí encontré una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita.
Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa, y conocedora de la realidad material.
– ¿Y por qué no te casaste con ella?
– ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto.»
Es una evidencia, para mí, que el propósito en la vida de todas las personas es lograr la felicidad.
¿Acaso tú no la buscas cada día, con tu pareja, tus hijos, tu trabajo, en cada objetivo que te marcas?
Durante largas etapas de mi vida llegué a pensar que la felicidad no existe, que solo había momentos puntuales de sentirse bien y que además duraban poco.
Y esto es lo que me encuentro habitualmente en mi contacto con la mayoría de las personas, que dudan de que realmente exista la felicidad.
¿Tú crees en su existencia? ¿Piensas en que puedes llegar a ser feliz de forma habitual?
Decía Henry Ford que «Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto»
Estoy totalmente de acuerdo con él, si no crees que puedes ser habitualmente feliz, estás en lo cierto.
Pero ¿Por qué somos incrédulos ante la existencia de un estado habitual de felicidad?
Las creencias sociales y educacionales a lo largo de nuestra historia de vida nos han llevado a creer que seríamos mucho más felices, entre otros aspectos, dinero, trabajo seguro, viajes, casa…., y lo vamos alcanzando, cumplimos con los requisitos que nos han inculcado desde pequeños para alcanzar la felicidad, pero una vez alcanzados, nos dura poco.
Y nos dicen, nos decimos, ¡Ah claro es que todavía no has encontrado a tu «media naranja», a tu pareja perfecta! En cuanto la encuentres serás feliz para siempre.
Pero ya llevas la tercera pareja en tu vida y pese a que todas pintaban muy bien, resultó ser que no era la que buscabas.
Demasiados, príncipes, princesas, caballeros y damas en nuestra infancia.
Mi experiencia y formación de desarrollo personal me ha llevado a ser consciente de que normalmente buscamos en el sitio equivocado.
Si te das cuenta, dinero, trabajo, bienes, pareja, etc… están fuera, hay que ir a buscarlas al exterior, cuando la felicidad es un sentimiento, algo interno, que si hay un sitio donde encontrarla es dentro de ti.
Cuando buscamos que nuestra pareja nos haga felices, nos quitamos la responsabilidad de nuestra felicidad para traspasársela a ella en un acto de egoísmo y nos convertimos automáticamente en mendigos de la felicidad.
Y esto no quiere decir que recorras una parte de tu camino de vida con personas con las que fluyes más, con las que vivas momentos más espectaculares, porque realmente conocer e interactuar con los demás es algo grandioso.
La posibilidad que te planteo es que dejes de buscar fuera y comiences a buscar dentro de ti, que dejes de ser un mendigo de la felicidad, y que cuando coincidas con esa persona con la que fluyas especialmente, lo hagas sin hacerle responsable de tu vida.
Te deseo felicidad
Antonio Molino
Coach y mediador familiar
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