En este post y en el siguiente voy a hablar de 4 barreras que solemos tener para comunicarnos efectivamente con los demás.
Estamos en la civilización en la que las posibilidades de comunicarnos con cualquier persona en el mundo han aumentado de forma exponencial debido al desarrollo de la tecnología en los últimos 50 años.
La gran paradoja es, que este gran aumento de las posibilidades de comunicarnos con los demás simplemente se ha transformado en posibilidades de contactar y hablar pero no de comunicarnos.
Considero que me he comunicado de forma efectiva con alguien cuando la otra persona ha comprendido y entendido exactamente lo que le he transmitido y viceversa, he entendido comprendido perfectamente lo que ella me ha transmitido a mí.
Y esto no es nada fácil, porque en la mayoría de los casos nadie nos ha enseñado a comunicarnos con efectividad.
Esto suele ser especialmente doloroso en las relaciones familiares.
¿Cuántas veces tenemos que repetir algo para que nuestra pareja, nuestros hijos, etc., entiendan lo que realmente les estamos diciendo? Y aún con todo no nos quedamos satisfechos con lo que han entendido.
Y no solo eso
¿Cuántas veces nos sentimos comprendid@s por los demás?
Te diré algo que quizás no sepas y además no te guste.
El responsable de que algo que digo se entienda como yo quiero que se entienda soy yo. Es decir, el emisor del mensaje.
Sí, sí, estoy de acuerdo contigo, tiene que haber voluntad de las dos parte de comunicarse.
Ahora bien, en la mayoría de las ocasiones, creemos que es el otro el que no se quiere comunicar, cuando realmente no estamos transmitiendo de forma clara y correcta lo que queremos transmitir.
Pasemos a ver cuáles son las dos primeras barreras en la comunicación que nos impiden realizarla de forma efectiva.
¿Describes o juzgas?
La pregunta es clara, cuando transmitimos algo, lo hacemos desde la simple descripción o metemos un componente juzgando un comportamiento.
Te pondré un ejemplo mío para clarificarlo:
“Mi hija adolescente cuando llega a casa no hace más que quejarse.”
Esta sería una transmisión que lleva tres juicios. Por un lado interpreto que lo que dice es una “queja”, por otro lado estoy diciendo que no hace otra cosa más que eso y otro juicio es que lo hace todos los días, cuando no es cierto.
Normalmente entra en la “queja” cuando la comida no le gusta.
Una forma de transmitirlo describiendo sería;
“Mi hija ha llegado hoy a casa y me ha hecho saber que no le gusta la comida”.
¿Cómo reaccionaba yo la mayoría de las veces?
Pues ya te lo puedes imaginar, si ella gritaba yo más y terminaba la conversación en gritos y amenazas.
No sé tú, pero ese desgaste emocional y la relación que estaba construyendo con mi hija no me satisfacía nada.
Claro, me dirás que esto es complicado. Y sí lo es, sobre todo, como es mi caso, el tono en que mi hija lo dice y las formas no me resultan adecuados.
Evidentemente, como todo en la vida, se requiere aprendizaje y práctica, y al principio nos saldrá dos veces bien y diez mal, pero poco a poco se irá ajustando.
A través de mi formación y mi trabajo de desarrollo personal, descubrí lo importante que es cuestionarse a uno mismo sus propios métodos.
Una pregunta importante que yo me hice en su momento fue,
¿Me está sirviendo mi reacción para solventar el problema que me está generando su actitud?
La respuesta evidentemente, era no, porque siempre reaccionaba de igual forma hacia una comida que no le gustaba para nada.
¿Identificas y expresas tus sentimientos?
Esta es otra de las grandes barreras de la comunicación efectiva. No hemos aprendido a identificar claramente lo que sentimos y tampoco lo expresamos.
Muchos de nosotros hemos sido educados, y seguimos haciéndolo con nuestros hijos, en el mito de que mostrar las emociones y los sentimientos nos hace vulnerables.
De ahí que nos dé mucho miedo decirlos expresamente porque creemos que se va a volver contra nosotros.
Sin embargo, todos deseamos que nos comprendan y, en muchas ocasiones que sepan cómo nos sentimos. Pero claro tienen que adivinarlo.
Después hay otro inconveniente añadido, y es que hacemos responsables a los demás de cómo nos sentimos, cuando la responsabilidad de cómo nos sentimos es únicamente nuestra.
Así que a la hora de expresar nuestros sentimientos nos encontramos con tres inconvenientes principales:
- Nos cuesta identificar nuestros sentimientos y emociones.
- No las expresamos directamente por un lado porque no hemos aprendido y por otro porque creemos que nos hace débiles.
- Y por último hacemos responsables al otro de nuestras emociones
Aclaremos todo esto con un ejemplo
Imaginemos que Carol le dice a su pareja,
“Creo que pasas demasiado tiempo en el trabajo”
Detrás de esta frase puede existir un sentimiento de soledad y sentirse menos importante para él que su trabajo, de alguna forma ella reclama más tiempo de él con ella y sus hijos.
Pero esa frase no especifica nada sobre ese sentimiento y por lo tanto su pareja lo puede captar o no, además que se puede sentir cuestionado y reaccionar a la crítica con algún otro reproche.
Otra forma que se suele utilizar podría ser,
“Me siento muy sola yo y los niños ya que pasas muchas horas en el trabajo”.
En esta frase de alguna forma Carol está expresando un sentimiento de soledad pero está haciendo responsable a su pareja, no está asumiendo la responsabilidad de ese sentimiento.
Es fácil que su pareja también lo sienta como un reproche y reaccione de nuevo.
Por último podría Carol podría comunicar ese sentimiento de una forma más efectiva, de tal forma que no fuera un reproche y asumiera completamente la responsabilidad de su sentimiento de soledad,
“Cuando vienes tan tarde me siento muy sola porque necesito más tiempo para hablar contigo de lo que me preocupa de la educación de los niños. Entonces, pienso que das más importancia a tu trabajo que a nosotros”.
De esta forma Carol está expresando su sentimiento de soledad y la necesidad de sentirse más importante para él, además se hace responsable de los dos sentimientos, al decirle que necesita más tiempo para hablar con él sobre la educación de sus hijos y que es ella la que piensa que le da más importancia al trabajo.
Como acabamos de ver, normalmente detrás de un sentimiento hay una necesidad no satisfecha.
En el próximo post hablaré sobre la identificación de las necesidades que tenemos detrás de nuestros sentimientos y emociones y de la necesidad y forma de pedirlas.
Porque si no somos claros en nuestras necesidades y en las peticiones difícilmente el otro nos va comprender.
Podéis dejar vuestras opiniones, comentarios y experiencias para aportar más valor a este post.
Os deseo felicidad.
Antonio Molino
Fuentes: Este post está basado en el libro “Comunicación NoViolenta de Marxhall B. Rosenberg.

Te presento las claves que literalmente cambiaron mi relación de pareja
Descubre en este PDF GRATIS las 4 claves que te ayudarán a afrontar los conflictos con tu pareja desde el amor, la comprensión y el respeto mutuo.
Suscríbete a mi lista de correo y recibirás gratis el PDF
Deja un comentario